Influenza e influencia I.

Desde que en Argentina se bautizara a la crisis económica de 1994 como el «Efecto Tequila», la clase política del país sudamericano no había buscado sacudirse a través de la satanización de sus pares mexicanos la presión ocasionada por su misma negligencia.

El escritor y periodista Mempo Giardinelli enfatiza en un artículo para Pagina 12, las causas de la propensión del país de la bandera albiceleste a la propagación de «pestes modernas».

«Es urgente terminar de una vez con las causas profundas de estas enfermedades que son típicas de la pobreza y la miseria, reorganizando la prevención sostenida y permanente como política de Estado que atienda los múltiples aspectos sanitarios, educativos y sociales, pero sobre todo iniciando la urgente obra de acabar con la pobreza infame que ofende a la Argentina moderna y que insólitamente no es preocupación principal ni del Gobierno ni de la oposición». Dice el Mempo.

Con la opinión del periodista argentino coinciden analistas financieros. No es cuestión de una coincidencia ideológica, sino estructural. El análisis económico coincidente con la visión socialista de Giardinelli proviene de Warwick J. McKibbin (Director Centro para Análisis Macroeconómico Aplicado de la Universidad Nacional de Australia e investigador del Instituto Lowy para Políticas Internacionales)  y de Alexandra A. Sidorenko (Investigadora adjunta de la Universidad Nacional de Australia), ambos para el portal de Foreign Policy.

«Aunque el aprovisionamiento de Tamiflu y el desarrollo de vacunas sean las prioridades más importantes del día, costará un esfuerzo más largo y sostenido prevenir una futura catástrofe financiera. La investigación sobre el combate efectivo a la pobreza y el desarrollo de servicios médicos en países en desarrollo son claves para controlar pandemias a largo plazo. Por ahora, tendremos que vivir en un mundo donde un relativamente menor brote de influenza en Ciudad de México pueda hacer temblar a los mercados en Tokyo.»

Es así que México y Argentina comparten la misma deficiencia que señalan los analistas. Ambos países en desarrollo, los gobiernos de distinto signo político o ideológico, sin importar la procedencia de sus cuadros gobernantes o la escuela económica que haya dominado sus políticas monetarias han abandonado sistemáticamente la creación de una red de sanidad pública digna de los habitantes y médicos de sus sociedades. Baste ver el manejo que de la crisis y el nivel del discurso de sus secretarios de salud.

La argentina Graciel Ocaña, por ejemplo:

Graciel Ocaña. Secretaria de Sanidad.
Graciel Ocaña. Secretaria de Sanidad.

Ocaña aseguró que «no hay circulación local del virus» y dijo que «tenemos que ocuparnos, no entrar en pánico». Desde el aeroparque Jorge Newbery, la jefa de la cartera de Salud relató que «hay personal del SAME que colabora con el de Sanidad de Frontera para la atención de pasajeros que arriben con síntomas».

O el mexicano José Córdoba Villalobos:

José A. Córdoba Villalobos. Secretario de Salud.
José A. Córdoba Villalobos. Secretario de Salud.

«En conferencia de prensa [Córdoba Villalobos] subrayó que frente a las naciones hermanas el país responderá y dará resultados en beneficio y protección de sus ciudadanos, a quienes felicitó por comportarse de manera ejemplar, responsable y madura ante esta emergencia sanitaria.»

Entre los llamados apremiantes al comportamiento de la sociedad de la argentina y las palmaditas en la espalda del secretario mexicano se trasluce la verdadera política de sus gobierno, la del paternalismo populista.

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